Los niños se dan golpes continuamente cuando empiezan a caminar, cuando juegan o con el desarrollo de determinadas actividades como jugar al balón o montar en bicicleta. Cualquier golpe en la cara debe llamar nuestra atención, pero si el golpe es en la boca, hay que consultar con un dentista porque puede tener consecuencias para el resto de la vida del niño. La mayoría de las consultas de Odontología le visitarán como urgente porque la situación así lo requiere, independientemente de que se trate de un diente de leche o de un diente definitivo.
La mayoría de estas situaciones suelen darse antes de los 12 años, cuando los niños aún no tienen los dientes definitivos. En este post vamos a centrarnos en los dientes de leche.
Que no se trate de los dientes definitivos no le resta importancia, al contrario, puede afectar al desarrollo y crecimiento de la dentición definitiva, porque la finalidad de los dientes de leche es facilitar la masticación hasta que el niño cuenta con la dentadura completa y deben permanecer en su lugar para facilitar que los dientes definitivos broten en la posición correcta.
Cuando un niño se da un golpe en la boca, pueden ocurrir dos cosas:
o
No ha perdido ningún
diente.
Aún así, debe valorarlo un dentista porque, aunque en un primer momento no se
aprecie, puede haberse visto afectado el nervio y acabar en una necrosis
(muerte del nervio y pérdida del diente). En esta consulta de urgencia, el
dentista valorará:
o
Si se mueve algún
diente
o
Si alguna pieza dental se ha desplazado
o
Si el niño muerde con
normalidad
o
Ha perdido un diente o
parte de un diente: Tanto si se ha perdido un diente entero como si se trata solo de
una parte, es importante:
o
Localizar el diente o
la parte del diente que se ha roto
o
No lavarlo ni frotarlo
o
Conservarlo en leche,
suero fisiológico o –si no fuera posible ninguna de las dos anteriores- humedecido en nuestra saliva, para
evitar que se deshidrate
o
Acudir a una clínica
dental antes de dos horas
Si se ha desprendido el diente completo, intentaremos colocárselo de nuevo, siempre que no haya riesgo de afectar a la base del diente definitivo, que generalmente se encuentra muy cerca de la base del diente de leche. Si esto no fuera posible, determinaremos la manera de mantener el hueco a la espera de que el diente definitivo brote.
Si se ha roto una parte del diente:
o
Si el trozo es pequeño:
simplemente puliremos el diente
o
Si el trozo es grande:
se puede pegar con unos pegamentos
especiales, tanto si es uno como varios fragmentos
Después de haber recibido la atención que requería, debemos tener en cuenta estos signos de alarma:
o
Amoratamiento de la encía
o
Cambio de color del
diente (hacia marrón o gris)
Ambos signos deben alertarnos de un daño en la pulpa del diente y apuntan a una necrosis. El especialista nos indicará qué tratamiento debe seguir el niño para minimizar el daño.
Más allá del aspecto estético, si no la tratamos adecuadamente, la rotura de un diente puede suponer para el niño:
o
Problemas en la dentición
definitiva: daños en el desarrollo
del diente o problemas de posición
de la pieza
o
Problemas en la articulación
de la mandíbula y en la masticación.
Os dejo este enlace de la Asociación Española de Pediatría, cuyo contenido me ha gustado mucho, por si queréis ampliar la información de las consecuencias que puede tener la rotura de un diente en un niño.
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